¿Qué es el té negro?
El té negro representa hoy en día la gran mayoría de la producción mundial, pero apareció en China mucho más tarde que el té verde, a finales del siglo XVI, debido al auge económico resultante de las primeras exportaciones. Los primeros cargamentos habrían partido "verdes" desde Cantón y llegado "negros" a Gran Bretaña, oxidados en las bodegas durante los seis meses de viaje por mar. La oxidación atenúa la amargura del té, y este nuevo sabor era perfecto para el paladar occidental, que lo suavizó aún más al añadirle leche y azúcar.

Los llamamos "tés negros", mientras que en China se conocen como "Hong cha", que significa "tés rojos", debido al tono rojizo que toman las hojas durante la infusión. A diferencia del té verde, el té negro es un té completamente oxidado. La oxidación es una reacción natural de oscurecimiento que comienza inmediatamente después de la cosecha y se favorece por los pasos previos de marchitado y enrollado.
Las hojas recién cosechadas se extienden en el interior sobre grandes rejillas, bajo las cuales se hace circular aire templado. Esta operación tiene como objetivo hacer que las hojas sean más flexibles para poder enrollarlas sin romperlas. El marchitado dura un promedio de 12 horas con una agitación cada 2 horas. El contenido final de agua de las hojas es de aproximadamente el 60%. Luego, las hojas se enrollan a mano o más comúnmente en un "ortodox-roller" que romperá la estructura celular de las hojas y liberará las enzimas que catalizan la reacción de oxidación. Las hojas adquieren un color rojizo y los brotes una tonalidad dorada. El té se coloca durante 1 a 3 horas en una atmósfera húmeda (90-95% de humedad) y a una temperatura de 22°C, siendo estos dos factores los que favorecen la oxidación. Finalmente, las hojas se secan a una temperatura de alrededor de 100°C, estabilizándolas.
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